Tomado de Somos Padres
El
chupón es uno de esos inventos que hacen la vida más
fácil a todos. A los bebés, por que su necesidad de
succión es innata, las ecografías demuestran que
empiezan a chuparse el dedo durante el embarazo.
Mediante este acto reflejo su organismo se prepara para
la alimentación cuando llega al mundo. Y cuando esto
ocurre, la succión le ayuda, además de a alimentarse, a
adaptarse al nuevo medio. Le relaja y alivia, ya que la
succión favorece la fabricación de endorfinas, calmantes
naturales que fabrica nuestro organismo.
Y a
los padres les ayuda por razones obvias: pocos son los
bebés que no se tranquilizan o duermen con el chupón en
la boca.
Hasta más o menos los 24 meses los niños basan su mundo
afectivo en torno a actividades que tienen que ver con
la succión: la alimentación, chupar objetos o morder.
Pero llegada esta edad, su maduración afectiva les
permite relajarse y expresar sus temores o ansiedad por
otros métodos. Este es el momento de la retirada del
chupón siempre y cuando el niño esté en un momento de
estabilidad. No es buena idea hacerlo si llega un
hermano, empieza el colegio o se estrena nueva casa.
De
igual forma que no es conveniente, en la mayoría de los
casos, quitárselo antes de los dos años, ya que como la
necesidad de succionar es imperiosa, puede empezar a
chuparse el dedo, vicio difícil de erradicar y que puede
conllevar malformaciones serias del paladar, los dientes
y el dedo.
Abandonar el chupón no es fácil y no debe hacerse de
forma repentina. Primero es importante reforzar su
autoestima, alabar sus logros diarios, estimularle en su
deseo de ser mayor y explicarle la necesidad de que deje
de utilizarlo.
Hay
que ir restringiendo su uso poco a poco:
-
Cuando lo pida y se lo niegues intenta distraerlo o
interesarlo por otra cosa.
-
Observa cuando recurre al chupete más frecuentemente,
que es lo que le preocupa o le pone nervioso y dale en
ese momento apoyo afectivo y un sustituto, por ejemplo,
un muñeco
-
No
dejes los chupetes en un lugar visible.
-
Si
está distraído jugando, quítaselo suavemente de la boca.
-
Quítaselo cuando se duerma.
-
No cedas porque llore al pedirlo.
-
Cuando logre abandonarlo, no se lo vuelvas a dar nunca.
-
Elógiale por su esfuerzo.
Hay
niños que dejan el chupón con más facilidad y otros a
los que les cuesta más y hacen pasar a sus padres
algunas noches “de romería”, pero debes pensar que todos
antes o después lo consiguen y que cuanto más retrases
el momento más difícil será.
¡Suerte!
Lic. Rosa Elena Ponce V. |