El sol
de la esperanza puede salir para los que se esfuerzan en
esperar lo mejor, a luchar por salir adelante a pesar de
todo
P. Mariano de Blas, L.C.
Fuera
hace frío, mucho frío; se ve el aliento de las personas
al respirar, mientras caminan envueltos en abrigos y
bufandas y las manos en los bolsillos. Quizá las crestas
de los montes estén cubiertas de nieve o de hielo, pero
hay gente que tiene su corazón caliente, y no importa el
frío de las calles; personas que tienen una razón para
vivir, gentes felices y que saben amar, que saben
convertir todas las cosas duras de la vida en algo
bueno, algo positivo, tienen esperanza, confían en Dios,
aman a su prójimo y se esfuerzan por mantener un clima
de paz y calor en sus hogares, en su trabajo.
Pero,
¡qué duro debe ser que ahí fuera haga frío y que el
corazón esté congelado, hecho hielo, también! Frío por
fuera y frío por dentro; Hielo es la desesperanza,
dejarse arrancar día a día los restos de confianza a los
que uno se agarra para seguir viviendo. Hielo es el
rencor y el odio que va pudriendo poco a poco de modo
irremediable tantos corazones. ¡Qué hielo tan duro, es
el miedo a la vida, al futuro, a la vejez, a la
enfermedad y a la soledad!
Necesitamos que salga el sol dentro de nosotros mismos,
el sol de la esperanza, del amor, del optimismo, de la
paz interior; tenemos que forzarnos a nosotros mismos y,
antes que nada, obligarnos a creer que el sol puede
salir en nuestra vida.
El que
desespera de todo, puede tener muchas razones y excusas,
pero también algo de culpa porque penas, sufrimientos,
apuros económicos, contratiempos, están repartidos en la
vida de todos, pero ahí esta también la mente, nuestra
mente, para buscar soluciones a los problemas, y unos la
usan y otros no.
Ahí
están nuestras manos para trabajar, y unos les dan uso y
otros no, ahí está Dios que sí ayuda a los que confían,
pero unos le rezan a ese Dios y otros le dan la espalda;
ahí están las oportunidades que ofrece la vida, pero
unos las buscan y otros se excusan diciendo que nada se
puede hacer.
El sol
de la esperanza puede salir y de hecho sale en la vida
de todos los que se fuerzan a sí mismos a creer en Dios
y en sí mismos, que se fuerzan a esperar lo mejor, a
luchar por salir adelante a pesar de todo.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |