Revista Hacer Familia No. 58
Si
la mujer regaña a los
niños por el desorden, su marido opina que está
nerviosa. Si él da permiso a la adolescente de la casa
para llegar a las 3 A.M., ella piensa que él cada vez es
más blando. Los hijos son muchas veces motivo de
fricción en el matrimonio, pero hay que conseguir a toda
costa que la sangre no llegue al río.
El bajo rendimiento escolar de los adolescentes y los
permisos para salir, son dos situaciones en que el papá
y la mamá deben aunar fuerzas, mostrando un criterio
común. Es inútil dar recetas a priori para evitar
desacuerdos y discusiones "en caliente", la única receta
es prevenir la situación y conversar tranquilamente
hasta llegar a un acuerdo.
Ya lo decía el famoso autor inglés Chesterton: una
familia no es una réplica del paraíso. En todo caso, un
paraíso con cardos. Y muchas veces las espinas las
proporcionan los hijos al convertirse en el motivo por
que discutan el marido y la mujer, incluso delante de
ellos, que observan el panorama como testigos mudos y
desconcertados.
Se dice que con la llegada de los niños, el vínculo
matrimonial se fortalece y que lo que antes era una
pareja ahora se convierte en una familia. Es verdad,
pero hasta que eso se produce el matrimonio debe vivir
un proceso de adaptación y aprender a convivir con un
tercero entre los dos.
La infancia de los hijos es como una maratón. Hay que
trotar, sin detenerse, para poder llegar a la meta:
desde los pañales y la mamila, hasta las tareas y las
vueltas a la escuela. Esfuerzo al que hay que agregar la
dificultad objetiva para dormir y descansar: los niños
pequeños absorben todas las horas del día y de la noche
en un proceso que parece no tener fin. Durante esos
primeros años, la pareja puede sentir que ya no tiene
espacio propio, que el oxígeno que alimentaba su
relación ha comenzado a escasear y aparecen las
discusiones producto del cansancio, el nerviosismo y una
angustiante sensación de que ya no son los mismos. Ha
llegado la hora de reservarse un rato sólo para los dos.
"La pareja -explica la Doctora en educación, Carmen
Avila- necesita al menos un día propio para divertirse,
reforzar su relación y pensar en conjunto sobre sus
hijos. Lo ideal es que sea un día de semana, porque
durante los fines de semana los niños quieren estar con
nosotros y es más complicado. Se puede, por ejemplo,
dedicar la tarde del miércoles a pasear solos. También
son muy importantes los pequeños momentos cotidianos, un
alto en la jornada laboral para almorzar juntos, una
llamada por teléfono ..."
El santo, yo bruja
Es difícil que algo altere más a una madre que un marido
que llegue a las 8 de la noche a la casa, después de que
ella ha lidiado durante horas con los pequeños
“monstruos”, y les dé permiso para tomar helado cuando
ella insistió en que el postre era plátano, porque deben
comer fruta. O que aparezca por la puerta sonriente y
consuele al castigado porque no era para tanto, aunque
no tenga idea de lo que pasó. Esos pequeños actos
caldean el ambiente porque uno se siente desautorizado
por el otro.
La educadora Carmen Ávila explica que "el niño debe ver
a sus padres como uno solo, porque en caso contrario se
desorienta totalmente, entiende que no hay bien ni mal,
no sabe a quien hay que hacer caso y se aferra al que
más le conviene. Además, al que ha sido desautorizado lo
ve como blando y siempre va a intentar salirse con la
suya buscando el apoyo del más fácil.(...) En definitiva
lo que hace el que desautoriza, es quitar la posibilidad
de educar al otro. En el momento en que él no esté, ya
no le hacen caso al otro."
Contar hasta cien
Todos los especialistas coinciden en que nunca hay que
discutir delante de los hijos y menos si el tema a
tratar son ellos mismos. Con el tiempo el matrimonio
puede llegar a conocerse tanto, que bastará una mirada
del otro para saber que se está entrando en terreno
pantanoso y que es mejor dejar ese tema para después.
Aunque también hay que saber, que conversar
tranquilamente sobre algún tema más peliagudo delante de
los hijos, con calma y buenas maneras, enseñándoles con
hechos lo que es el respeto mutuo y trabajar en equipo
en un matrimonio.
Según explica Carmen Ávila "hay que evitar las
discusiones delante de los niños porque les produce
ansiedad, angustia y, en muchas ocasiones,
culpabilidad.(...) ¿El truco? Callarse en el momento y
después buscar un rato a solas en el que explicar las
razones y llegar a un acuerdo".
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |