El divorcio
- Los motivos del divorcio
Es frecuente que en el primer año de divorcio los
ex-cónyuges sientan más rabia hacia su ex-pareja que
durante los últimos meses de matrimonio. Las disputas
legales por la custodia de los hijos, la pensión
alimenticia, los bienes…contribuyen de la misma forma en
que lo hace el instinto de cada persona de conservar su
autoestima; se culpabiliza a la otra parte.
También el círculo de amistades de la pareja se reduce
(les es difícil el relacionarse con ambos miembros de la
pareja), mientras que el apoyo de los parientes
políticos suele ser escaso.
Los problemas en el trabajo también pueden surgir debido
a la inestabilidad emocional del trabajador. Por todo
ello, estas personas son más propensas a la soledad, al
desequilibrio, a las pautas inadecuadas a la hora de
dormir, comer, trabajar, consumir alcohol y drogas e
incluso a la promiscuidad sexual. Esto suele desaparecer
con el paso de algunos años, pero en algunos casos,
sobre todo en aquellas personas que no vuelven a
casarse, pueden permanecer.
La depresión es más alta en este tipo de individuos
según los estudios, sobre todo si se han divorciado en
más de una ocasión.
La presencia de hijos también contribuye a la dificultad
de adaptación, especialmente cuando aumenta la carga
financiera sobre uno o dos de los cónyuges y les obliga
a seguir manteniendo contacto. Su actitud, además, suele
volverse más irrespetuosa, exigente o deprimida para con
los padres, volviéndose en muchos casos celosa e
intolerante ante el desarrollo de nuevas relaciones por
parte de ellos.
En el caso del padre puede decirse que, por regla
general, se distancia su relación con el hijo año tras
año, no sólo física sino psíquicamente. No siempre está
en sus manos el tener acceso a este contacto
frecuentemente, a veces las imposiciones de la madre lo
dificultan, por lo que en ocasiones, y con el paso de
los años, un padre divorciado que no se ha vuelto a
casar ni ha creado una nueva familia puede correr el
riesgo de pasar una vejez solitaria.
- ¿Por qué nos divorciamos?
Por lo general existe un distanciamiento emocional
progresivo que culmina con el hecho del divorcio.
También puede existir algún caso en el que algún
detonante (por ejemplo una infidelidad), lo precipite,
pero suele ser poco común si la pareja goza de una buena
relación.
La mayoría de los cónyuges recuerdan la última etapa de
su matrimonio como infeliz y, en la mayoría de los
casos, es la mujer la que se decide a proponer un fin
para este malestar.
Tanto en las parejas jóvenes como en las adultas la
decisión se toma porque se busca algo más en la relación
que no se encuentra. La separación parece lo más
indicado a esta situación desdichada. Muchas de estas
expectativas no cumplidas se deben a la mala información
que sobre el matrimonio existe o se pretende dar, tanto
a nivel religioso, como social como de una pretendida
autorealización personal. La comparación con la realidad
pone de manifiesto tales diferencias.
En el caso de las personas adultas cuyos hijos ya se han
independizado, el hecho de no tener que "mantener" la
estructura familiar les da vía libre para tomar la
decisión de la ruptura si su relación no era buena. No
sienten ninguna atracción por pasar el resto de sus
vidas juntos y creen la separación lo más conveniente.
- Los hijos ante el divorcio
El divorcio significa para un hijo, en primer lugar, la
dificultad de poder tener acceso directo a sus padres.
Durante la primera etapa este acceso también se reduce
debido a los propios problemas emocionales de los
padres. La comunicación no suele ser demasiado directa y
al ver que uno de sus progenitores abandona el hogar
paterno-materno, tienden a preguntarse si el otro
también les abandonará.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |