Sus sentimientos son confusos, de tristeza, se sienten
enfadados con sus padres e incluso con ellos mismos,
pues a veces se culpan de la separación y piensan no
haber actuado como deberían. En ocasiones demuestran un
comportamiento ejemplar con la esperanza de que los
padres se reconcilien. Ante estas situaciones hay que
explicar claramente que la causa del divorcio está en
los padres y que éste es definitivo.
Mientras se ultima el divorcio y después de éste, las
relaciones del hijo con los padres cambia y se
desvinculan afectivamente; no se encuentran en
condiciones de ser comunicativos ni cariñosos y a veces
controlan poco sus actos. Esto resulta especialmente
llamativo cuando los padres lloran en sus hombros,
compiten por su custodia e incluso llegan hasta el
soborno (emocional o mediante regalos).
Otra característica habitual es su rechazo frente a las
nuevas relaciones de pareja que puedan entablar sus
padres. Si su edad no es muy corta, pueden verse a sí
mismos como el nuevo "hombre o mujer de la casa" y
protector del cónyuge con el que viven (sobre todo en el
caso de que éste sea la madre). La aparición de una
tercera persona despierta en ellos la rivalidad y su
comportamiento para con él/ella, puede ser muy hostil.
La reacción de los hijos
- El tipo de relación con los
padres
El apoyo emocional y el compartir experiencias en la
vida es un aspecto esencial en el desarrollo emocional
de un hijo. No es tan importante el que ambos
progenitores se encuentren en casa como la calidad de la
relación que se desarrolle; aunque el contacto no sea
excesivamente frecuente.
No es extraño el hallar casos en los que los hijos se
encuentran mucho mejor emocionalmente una vez que sus
padres se han separado. Si su relación con ellos era
adecuada, pero tenían que soportar las continuas
disputas entre ellos dos, el ambiente de la separación
va a eliminar esa circunstancia dañina.
- El grado de dificultad del
divorcio
Si la hostilidad que se ha desarrollado durante el
divorcio ha sido grande, el hijo va a desarrollar mayor
temor y enfado, su bienestar va a disminuir.
La adaptación posterior va a ser más complicada debido a
la inseguridad creada, sobre todo cuando su
vulnerabilidad se acrecienta debido a las continuas
riñas por su custodia y manutención. Si además se ve
obligado a elegir entre uno de los progenitores, la
situación se agrava.
- Los cambios en su rutina diaria
La adaptación a su nueva vida como hijo de divorciados
será más fácil si se conserva intacto el resto de su
vida. Los cambios de vivienda, de ciudad, de escuela, de
normas, de amigos…van a ser otras fuentes de estrés que
van a actuar muy negativamente en su ajuste a la nueva
situación.
Es necesario que los padres se conciencien de este hecho
por el bienestar de su hijo.
Los abuelos ante el divorcio
- Los padres de la pareja
Cuando el divorcio se consuma, es más probable que los
padres del cónyuge que ha obtenido la custodia puedan
ver a su nieto. En el caso de los padres del cónyuge que
no obtiene la custodia, la situación es más difícil,
sobre todo si el otro cónyuge decide cambiar su lugar de
residencia o si las relaciones entre ambas partes no son
buenas.
- El dolor de los abuelos
Para muchos de estos abuelos, esta es una circunstancia
dolorosa (también puede serlo para los nietos) a la que
a veces tratan de poner remedio solicitando derechos de
visita.
Según las diferentes sociedades, la ley actúa de
diferente forma. Según la opinión de los psicólogos, la
interacción entre las generaciones de una familia es un
aspecto que puede desarrollar mucho la capacidad
empática y aumentar el desarrollo social y emocional del
niño, pero como en todas las relaciones, se ha de
valorar la calidad de esa relación.
El simple hecho de compartir un vínculo de sangre no
garantiza que la relación entre un abuelo y su nieto
vaya a ser mejor que entre ese nieto y una persona que
no es de la familia.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |