Corre el agua de la tina, alguien grita que todavía no
ha terminado las tareas, suena el microondas con la
comida caliente, otra voz alega que quiere más tiempo
para jugar, el más chico llora... ¿Cómo ordeno este
caos?
Magdalena Pulido S.
“¡Auxilio! ¡Sólo tengo dos manos y una sola garganta!
Con ansias espero que
sean las 9:00 de la noche, para que mis pequeños
angelitos al fin duerman”, dice Francisca, madre de
cuatro hijos.
Es que la hora pico del hogar, es decir, el momento que
empieza con el baño de los niños y termina cuando al fin
ellos cierran sus ojos, es todo un desafío. Y si bien,
hay días inspirados de obediencia y pocos gritos, hay
otros -probablemente en un porcentaje mayor- en que por
alguna misteriosa razón se junta el malhumor de la madre
con el día negro de los niños y no es raro terminar con
los pelos de punta y literalmente “reventada” sobre la
cama.
Para invertir la ecuación
y hacer que los días caóticos sean los menos, te
presentamos un plan de acción.
Santa rutina:
Sin horarios ordenar el caos es imposible. Las horas en
que se prende la ducha, se come y se acuestan deben ser
constantes día a día. Si los adultos son rigurosos en
hacerlas
cumplir, entonces para los niños será más fácil entender
que nada se gana con pelear las órdenes, pues
simplemente es la hora de…
Trabajo en equipo:
Es indispensable que tanto la mamá como el papá se
involucren y conozcan las reglas que se deben cumplir en
la hora pico. Por ejemplo: “Si Pablo llega tarde nunca
se olvida de
llamar
a los niños para darles las buenas noches y de pasadita
controlar el comportamiento”, explica Sofía, mamá de
tres hijos.
Flexibilidad:
Parte clave dentro de la rutina es la capacidad que
tenemos los padres de flexibilizarla. Está bien, hay un
orden pero no es la Escuela Militar y siempre hay
circunstancias que ameritan un “relajo”. Esto a los
niños les encanta e incluso los lleva a portarse el
resto de los días aún mejor. Por ejemplo, los viernes
por un didáctico programa de TV no pasa nada si se
acuestan más tarde. Lo mismo si es el cumpleaños de un
hermano o del papá. También si ya se ha luchado toda la
semana porque coman una alimentación balanceada y
nutritiva, el viernes puede haber hot dog o pizza.
Ahora,
el entretenido “relajo de las costumbres”, es efectivo
siempre cuando se usen para aprovechar el tiempo en
familia y gozar de buenos panoramas. Si por el
contrario, es sólo una excusa para “olvidarse” un rato
de los niños, no tiene sentido.
Presencia y disposición:
Estar es fundamental. Ver, controlar y llevar el mando
del funcionamiento de la rutina, es clave para educar en
los hábitos. La limpieza, la adecuada alimentación, los
comportamientos, el respeto a los mayores, la
importancia de los modales, de enseñar a respetar turno
es deber de los padres enseñarlas. Pretender delegarlas
y esperar que otra persona lo haga por nosotros, puede
fácilmente no tener los resultados deseados.
Pero estar, implica también tener la disposición de
acercarse a los niños, pararse y caminar a ellos para
hablarles y enseñarles, pues sentada frente al
computador o echada en la cama dando órdenes, puede
transformarse en un griterío aún más fastidioso que el
de los propios niños.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |