Por María Lucea
Tomado de Hacer Familia
Para pensar
* Es muy bueno hablar con hermanos o amigos que tengan
hijos mayores y hayan pasado alguna adolescencia. Os
ayudará a desdramatizar ciertas situaciones y podréis
apoyaros en su experiencia.
*Ante una mala contestación, es mejor que mantengáis la
calma frente al hijo impulsivo. Más tarde, hablad con él
o ella en privado, posiblemente entienda mejor las cosas
al estar más tranquilo.
* Los adolescentes tienen una capacidad inagotable de
insistir para conseguir lo que quieren: sea una moto,
salir un fin de semana, horarios, llegar más tarde un
viernes, etc. Agotadas las razones, es preciso no ceder
por cansancio y aguantar sus insistencias, lloros o
amenazas.
* Descubren el mundo de la moda, cuidan su aspecto, al
tiempo que pueden abandonar su higiene e incluso del
aspecto externo. Debéis poner sentido común y establecer
límites como: enseñar el ombligo o la parte alta del
trasero, llevar trasparencias, etc. No es cuestión de
imponer vuestro gusto, pero tampoco dejar que se deforme
el suyo.
* Es importante el control del dinero que manejan. Ni
mucho ni poco y saber en qué lo gastan. Podéis hacer un
cálculo de lo que cuesta un refresco, el cine o el plan
que tengan previsto. Quizá es el momento de que tengan
una paga para que aprendan a administrarla.
y actuar
No entréis a luchar en todos los frentes. Siempre que no
suponga un grave peligro para su formación, dejadle
hacer y decidir en muchos temas aunque se equivoque:
siempre le ayudará a madurar. En cambio, sed firmes, sin
ceder ante los que consideréis "innegociables" para su
desarrollo personal.
PROHIBIDO EL PASO
El adolescente descubre su "yo" y siente un deseo agudo
de proteger su intimidad ante los demás. Exigirá un
espacio físico que le proteja; si la habitación tiene
cerrojo lo echará con frecuencia y no soportará que se
curiosee en su armario, en el cajón de su mesa y más
todavía en su correspondencia, papeles, correo
electrónico, etc.
Conviene tratar sus problemas a solas; las comparaciones
con hermanos, primos, etc. le resultan odiosas. Los
comentarios ante otros parientes o amigos conviene
medirlos mucho, pues con frecuencia se sentirá molesto.
Fácilmente se vuelve susceptible y se siente herido por
cosas a las que antes no daba la menor importancia. El
tacto de los padres para respetar su intimidad es
absolutamente necesario y si ha tenido una confidencia
con alguien y se comenta con terceras personas es
probable que no lo perdone. Resulta decisivo que el
padre y la madre encuentren el necesario equilibrio
entre comentar las cosas con su cónyuge, a la vez que se
mantiene el clima de confianza con el hijo o la hija.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |