Luis Baba Nakao
Debemos preparar a nuestros hijos para el mundo del
futuro, no el mundo de nuestros padres ni el nuestro. En
este mundo actual lo determinante para triunfar será el
carácter, no solo el conocimiento, como muchos
pudiéramos creer. Tener temple, salir de fracasos
adecuadamente, hacer de los fracasos un desafío y no una
tragedia..., eso será lo que buscarán quienes
seleccionan personal. Para los trabajadores
independientes será un auto requisito.
Un hijo forjará el carácter si percibe claramente la
autoridad de los padres. Con presencia de autoridad, los
niños y jóvenes podrán resolver los problemas
asertivamente. Sin presencia de autoridad nuestros hijos
serán débiles de carácter y obrarán por impulsos con los
consecuentes problemas de adaptación.
¿Exceso de autoridad? 'Siempre será mejor el
exceso de autoridad'. El límite lo pone la siguiente
regla: 'No se debe humillar'. Lo que es el niño o el
joven hoy será el adulto del mañana en cuanto hay que
mirar al hijo como un adulto potencial.
¿Queremos que nuestros hijos no sufran? Entonces
hay que prepararlos para sufrir. No podemos evitarles
todo sufrimiento. Deben comprender la muerte, los
problemas de la vida, las dificultades económicas en
casa, los problemas en el trato con sus semejantes. No
debemos resolverles todas las dificultades, no debemos
darles gusto cuando no hay cómo, hay que ayudarlos a que
ellos las resuelvan. Nadie logra metas exitosas y
duraderas sin un poco de sufrimiento. Evitándoles el
sufrimiento hacemos un daño irreparable. Darles todo los
incapacita para luchar por lo que de verdad vale la
pena.
Hay que enseñarles a hacer esfuerzos adicionales. Que
sepan que siempre se puede un poquito más. Nadie recoge
su cosecha sin sembrar muchas semillitas y abonar mucha
tierra.
Es muy importante enseñarles a carecer, es decir a
'sentir la falta de'. Hay jóvenes que no juegan su
deporte favorito si no tienen tenis de 'marca', hay
jóvenes que se resisten aceptar una invitación si no van
con vestido nuevo; hay gente joven que no se moviliza a
otro lugar si no es en carro o si papá y mamá no los
llevan; aunque tengamos para darles 100%, ellos deben
saber el valor de las cosas. Si no lo hacen de pequeños,
les será muy difícil de adultos y allí sí que van a
sufrir y nosotros con ellos. ¿Cómo les enseñamos a
carecer? Dándoles un poquito menos de lo que necesitan.
Así aprenden a apreciar lo que tienen y a no ser
ingratos. Una excelente escuela para aprender a carecer
(sin morir en el intento) es la mesa del hogar, la
comida. ¿Qué debemos hacer de comer? Lo que nosotros
decidamos que es bueno para ellos! Es no sólo por su
bien alimenticio, sino que es excelente que aprendan a
carecer. 'Mami...no me gustan las lentejas'. Si quieren
hacerles un bien para la vida, denles lentejas, no lo
cambien por la hamburguesa o la pizza que anhelan. Habrá
berrinches, no se exalten (autoridad no es gritar o
agredir), que no coma si no quiere, pero cuando le
vuelva el hambre: ¡SORPRESA!...Las lentejas de la
nevera calentadas!
También hay que educarlos en el servicio. Una familia
normal es un equipo de trabajo con pocas tareas: tender
la cama, ordenar los cuartos, lavar los platos, arreglar
la mesa, etc. Hay que educarlos para que realicen las
labores de hogar, aunque lo hagan mal al principio. Las
escuelas más importantes de liderazgo del mundo enseñan
a los jóvenes a carecer y hacer, para que sepan y
entiendan el mundo y lo puedan liderar.
Las mesadas deben ser una cantidad fija, mas bien,
semanales y algo menos de lo que creen que necesitan.
Así aprenden a administrar inteligentemente el dinero.
El respeto por el adulto jamás debe transgredirse. A un
padre no se le debe exigir lo que materialmente no puede
ofrecer, no se le debe descalificar, menospreciar,
burlar ni mucho menos gritar. Un padre jamás debe
permitir la subvaloración por parte de su hijo.
Formemos hijos luchadores, no
debiluchos sobreprotegidos.
Que se superen así mismos. Que tomen los problemas como
desafíos para mejorar. Recuerden que nadie alcanza
altura con un solo vuelo. También hay que ilusionarlos
con ideales, metas futuras, sueños para que sean buenos
de corazón. Importante también es estar convencidos de
que triunfador no equivale a tener dinero o propiedades.
Triunfadores son aquellos que son felices con lo que
hacen, con lo que tienen y con su vida. Solamente así
podrán hacer felices a otros.
Los hijos con carácter templado, con algunas carencias,
educados en el servicio, plenos de amor, con respeto a
la autoridad e ilusiones, serán hijos triunfadores.
Los padres tenemos la gran responsabilidad de criar
hijos que transformen nuestro país, donde reinen la
libertad, la abundancia, la justicia y la felicidad.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |