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Nov. 11, 2008
Boletín No. 687
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¿Castigar o corregir? ¡Un
Juez muy especial! Parte II
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Tomado de Somos Padres
Pasos que es recomendable seguir cada vez que te
enfrentes al dilema de corregir o castigar.
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Lo básico, según explica Calatayud en una entrevista,
es “buscar las causas de un mal comportamiento”
y actuar sobre ellas. Para ello no debemos quemarnos
tanto la sangre viendo el mal y si poner nuestras
neuronas a trabajar para descubrir la raíz de todo
ello. Si, por ejemplo, se está empezando a comportar
mal desde que llegó un hermanito, tiene poco sentido
castigarle en casa y tenerlo a nuestro lado porque lo
que demanda una situación así es demostrarle que nadie
le ha quitado el sitio e incentivar el que se sienta
responsable de su hermanito.
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¿Cuándo actúa así? A veces los niños se vuelven
especialmente perezosos para levantarse los lunes por
la mañana. En ese caso debemos actuar el día anterior,
el domingo, e ir adelantándonos a la crisis
planificando bien la hora de acostarse. ¿Qué le ocurre
cuando vamos a la casa de un amigo suyo? Pues habrá
que determinar qué influencia está produciendo ese
chico y por qué nuestro hijo se deja “transformar” tan
fácilmente.
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¿Qué reacciones hemos tomado en casos
similares? ¿Y cuáles tomaron otros padres amigos
nuestros? ¿Con qué resultado?
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Una vez escojamos nuestra respuesta, una cosa debe
estar clara: el castigo debe ser inmediato. La
mente de un niño no está preparada para el largo
plazo. Eso es algo que se va desarrollando con los
años. En un principio, sus recuerdos son reducidos, y,
si retrasamos el castigo, por ejemplo, a la semana que
viene, cuando llegue el momento lo pasará mal, pero no
será capaz de interiorizar que ese castigo es
consecuencia de una acción tan lejana.
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Ya lo dice el derecho internacional: las
represalias deben ser motivadas, limitadas en el
tiempo, y proporcionales. Castigar a un niño
sin salir un mes por no haber hecho los deberes un día
puede ser contraproducente.
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OJO con los sentimientos.
Recordemos que hay que ligar la consecuencia al hecho,
pero no nuestro cariño, que en una fase de desarrollo
de la personalidad, debe ser incondicional, para que
al menos eso lo tenga seguro. Castigarle con la
indiferencia en algunas ocasiones puede ser la mejor
solución, pero en este asunto, debemos cuidarnos mucho
de que se sienta menos querido por una equivocación.
¡Errar es humano, y en los niños es casi una
necesidad!
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Reconocer los progresos es tan importante como hacerle
ver que cada comportamiento negativo tiene su
consecuencia. Si ves que logra corregir su actitud, no
dejes de elogiarle por ello y hacerle sentir bien.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |
Brinco al inicio
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