Por María Lucea
Tomado de Hacer Familia
Una característica del adolescente es su cambio en el
punto de mira: no quiere depender de nadie y por eso se
rebela ante lo que le parece sumisión.
Sensibilidad a flor de piel Sin previo aviso, la
autoridad antes indiscutida, comienza a ponerse en
entredicho. Ya no obedece a la primera y con frecuencia
protesta al hacerlo. Surge con fuerza el espíritu
crítico y todo lo cuestiona, tanto en la forma como en
el fondo No siempre discute el principio de autoridad,
pero sí es crítico y muy sensible a la forma en la que
se le mande algo.
Los modos concretos de reaccionar dependen de su
carácter, del modo en el que se haya ejercido la
autoridad anteriormente en la familia, de quién se lo
mande, de si lo considera justo o injusto. En algunos
casos, su reacción negativa es casi automática para
reafirmar su identidad e independencia, por lo que
necesita tiempo para asimilar la indicación que se le
hace. Otras veces es un pulso que os echa y desde luego,
acepta muy mal las indicaciones de sus hermanos. Las
relaciones entre éstos, especialmente si no se llevan
mucha diferencia de edad, se deterioran mucho y llegan a
maltratarse entre ellos.
Es un error tanto la forma autoritaria en la que se le
mande, como el renunciar a exigirle para ahorrarse malas
respuestas. Acertar en el modo de ejercer la autoridad
va a ser decisivo para ayudarle en su proceso de
maduración.
Primero los cambios físicos
Comienzan a aparecer algunos rasgos fisiológicos nuevos,
que anuncian cambios posteriores: el tono de la voz,
aparición de vello, etc. Son los más obvios y fáciles de
detectar. Los cambios físicos acompañan a otros
sicológicos; los primeros preceden ligeramente al resto
y nos anuncian que entramos en una nueva fase de su
vida. El adolescente no los acepta inicialmente, tiende
a disimularlos y en muchos casos van acompañados por
complejos que le pueden hacer sufrir, siendo
especialmente vulnerable a los comentarios que se hagan
sobre éstos.
Unos se sienten incómodos porque sus brazos y piernas le
parecen excesivamente desarrollados, otros consideran
que su estatura es inferior a la correspondiente a su
edad, las chicas están pendientes de la evolución de sus
pechos o de la esbeltez o gordura de su cuerpo, etc.
Unos y otros se miran continuamente en el espejo y en la
opinión de los demás. Ayudarles a aceptarse y saber que
su evolución se normalizará les resulta especialmente
tranquilizador. Para esto, los padres deben informarle
con tiempo sobre los cambios, tanto los relacionados con
la sexualidad como los físicos y síquicos. La sorpresa
produce desconcierto y, por el contrario, cuando se le
explica con acierto lo que le espera, de ordinario le
transmite serenidad.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |