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Para el mantenimiento de la vida, así como para asegurar
el desarrollo de la sociedad, la ciencia y la técnica,
se requiere disponer de un gran número de recursos, los
cuales pueden dividirse en dos grupos: renovables y no
renovables.
Entre los primeros se cuentan el suelo, las plantas, los
animales, el agua y el aire. Como recursos no
renovables, pueden señalarse principalmente los
combustibles y los minerales. La protección de todos
estos recursos resulta de la mayor importancia para el
desarrollo de la sociedad.
Pero la actuación del hombre ha puesto en peligro los
recursos renovables, y ha ocasionado que comiencen a
agotarse los no renovables, aunque la atmósfera, las
aguas y los suelos parecen tan vastos que resulta
difícil creer que el comportamiento de los seres humanos
pueda llegar a afectarlos.
Sin embargo, la población aumenta constantemente; cada
vez hay más edificios, más vehículos, más industrias,
más polvo, más desperdicios, más ruido y, en peligroso
constaste para la supervivencia del hombre a largo
plazo, cada vez hay menos campos, menos árboles, menos
animales; cada vez es más difícil encontrar el agua
necesaria, alimentos frescos, combustibles y minerales.
El interés por la protección del medio ambiente está
centrado en la salud y el bienestar del hombre, el cual
es el agente causante fundamental de la continua
degradación del medio y, al mismo tiempo, la víctima
principal.
Pero la adopción de una actitud consciente ante el
medio que nos rodea, y del cual formamos parte
indisoluble, depende en gran medida de la enseñanza y
la educación de la niñez y la juventud. Por esta
razón, corresponde a la pedagogía y a la escuela
desempeñar un papel fundamental en este proceso.
Desde edades tempranas debe inculcarse al niño
las primeras ideas sobre la conservación de la flora, la
fauna y los demás componentes del medio ambiente. El
maestro debe realizar su trabajo de manera que forme en
los estudiantes, respeto, amor e interés por la
conservación de todos los elementos que conforman el
medio ambiente. En la escuela y en el hogar debe
forjarse esta conciencia conservacionista del hombre del
mañana.
El niño crece y se desarrolla bajo la influencia de un
complejo proceso docente-educativo, en el que la escuela
cumple un encargo social que tiene el objetivo de que el
futuro ciudadano reciba enseñanza y educación, y se
integre a la sociedad en que vive de una manera
armónica, formado política e ideológicamente en
correspondencia con los principios de nuestra sociedad.
En este sentido hay que educar al niño para que ocupe
plenamente el lugar que le corresponde en la naturaleza,
como elemento componente de esta. Él debe comprender que
es parte integrante del sistema ecológico y que, como
tal, tiene deberes que cumplir.
Las plantas, los animales, el suelo, el agua y otros
elementos, son indispensables para la vida del ser
humano, por lo que resulta un deber ineludible para
todos conservar estos recursos naturales básicos. La
responsabilidad en la protección del medio ambiente y
los recursos naturales y artificiales, es de todos.
La formación y el desarrollo de hábitos correctos
en los estudiantes, en lo concerniente a la protección
del medio ambiente en la escuela y sus alrededores,
contribuyen a vincular la teoría con la práctica y a
familiarizarlos con estas tareas y exigencias a escala
local. Esto facilita que comprendan la importancia de la
protección del medio ambiente y sus distintos factores,
a nivel regional y nacional, y cómo una sociedad puede
planificar y controlar la influencia del medio ambiente
en beneficio de la colectividad.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |