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www.emergencia.org.mx           Mar. 23, 2009    Boletín No. 781


 

 

 

 

¿Sabemos jugar con nuestros hijos? Parte II

Carmen Bassy

¿Cómo jugar con ellos?

A cualquier adulto que se plantee jugar con un niño de esta edad pueden serle de utilidad estas cinco ideas básicas: - SENTIRSE PARTICIPANTE. Si se considera como un mero espectador, no podrá entender el juego y, mucho menos, correr con un despertador en la mano y gritando "tengo prisa, tengo prisa", para que su hijo-le persiga junto a Alicia por el País de las Maravillas.

Ponerse a su altura

Lo que supondrá más de una vez tirarnos en el suelo, "comer" sopa de agua con una cuchara de l0 centímetros... y creernos de veras que somos el lobo o la hija de la muñeca.

Respetar su tiempo de juego con nosostros

Este debe tener un hueco inamovible en nuestro horario. Aunque se restrinja a la media hora antes de dormir, hay que convertir ese rato en una aventura intensa donde no haya sitio para las prisas ni para ninguna otra preocupación que los lazos de los Barriguitas, o saber cómo llegará el camión de Policía al repecho de la ventana.

Ayudarles a ejercer su libertad y creatividad

Permitiendo que sean ellos los protagonistas del juego y sin obstruir su habilidad de pensar. Deben ser ellos quienes dirijan el juego y determinen si el camión de bomberos va a salvar un gato o a sofocar un incendio, qué se pone la muñeca para ir de paseo... Otra cosa distinta es que podamos darle ideas, opciones, resolver dudas, proponer pautas..., pero sin coartar su expresividad y creatividad.

Entrar en su mundo

Y dejarse arrastrar por su lógica infantil, sin perjuicio de poder aportar ideas y pautas que el niño pueda utilizar. Pero lo importante es que sea el adulto el que se adapte al juego del niño, y no pretenda que éste salga de él, para acomodarse a la realidad de los mayores. Aquí habrá que hacer un esfuerzo de abstracción. Sólo con ella podrá el adulto entender la lógica aplastante que -siempre- contiene el juego de su hijo.

Papá y mamá

Por otra parte, también debemos tener en cuenta que los padres juegan de forma distinta a como lo hacen las madres. Así, mientras ellas tienen mayor facilidad para comer en cazuelitas de 2 cm de diámetro, para ellos es más sencillo tirarse al suelo a cuatro patas y fingir que es un lobo, o ponerse unas plumas en la cabeza para hacer "el indio". Sin llegar a esfuerzos que resulten artificiales, ante los cuales el niño recibiría una impresión negativa, sería bueno que el padre intentara también introducirse en su mundo de juegos. Durante estos años intermedios, la presencia de ambos es muy importante para el desarrollo de su hijo.

No importa que de ocho de la mañana a cinco de la tarde el papá haya estado ensimismado en las finanzas de su empresa o que la mamá haya tenido que defender la más importante negociación con un proveedor de la suya. Lo que su hijo necesita por la tarde, de siete a ocho, es que se conviertan alternativamente en lobo, en capitán de artillería y en cliente del puesto del mercado. Nada más y nada menos.

Lic. Rosa Elena Ponce V. 

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