Carmen Bassy
¿Cómo jugar con ellos?
A cualquier adulto que se plantee jugar con un niño de
esta edad pueden serle de utilidad estas cinco ideas
básicas: - SENTIRSE PARTICIPANTE. Si se considera como
un mero espectador, no podrá entender el juego y, mucho
menos, correr con un despertador en la mano y gritando
"tengo prisa, tengo prisa", para que su hijo-le persiga
junto a Alicia por el País de las Maravillas.
Ponerse a su altura
Lo que supondrá más de una vez tirarnos en el suelo,
"comer" sopa de agua con una cuchara de l0
centímetros... y creernos de veras que somos el lobo o
la hija de la muñeca.
Respetar su tiempo de juego con
nosostros
Este debe tener un hueco inamovible en nuestro horario.
Aunque se restrinja a la media hora antes de dormir, hay
que convertir ese rato en una aventura intensa donde no
haya sitio para las prisas ni para ninguna otra
preocupación que los lazos de los Barriguitas, o saber
cómo llegará el camión de Policía al repecho de la
ventana.
Ayudarles a ejercer su libertad y
creatividad
Permitiendo que sean ellos los protagonistas del juego y
sin obstruir su habilidad de pensar. Deben ser ellos
quienes dirijan el juego y determinen si el camión de
bomberos va a salvar un gato o a sofocar un incendio,
qué se pone la muñeca para ir de paseo... Otra cosa
distinta es que podamos darle ideas, opciones, resolver
dudas, proponer pautas..., pero sin coartar su
expresividad y creatividad.
Entrar en su mundo
Y dejarse arrastrar por su lógica infantil, sin
perjuicio de poder aportar ideas y pautas que el niño
pueda utilizar. Pero lo importante es que sea el adulto
el que se adapte al juego del niño, y no pretenda que
éste salga de él, para acomodarse a la realidad de los
mayores. Aquí habrá que hacer un esfuerzo de
abstracción. Sólo con ella podrá el adulto entender la
lógica aplastante que -siempre- contiene el juego de su
hijo.
Papá y mamá
Por otra parte, también debemos tener en cuenta que los
padres juegan de forma distinta a como lo hacen las
madres. Así, mientras ellas tienen mayor facilidad para
comer en cazuelitas de 2 cm de diámetro, para ellos es
más sencillo tirarse al suelo a cuatro patas y fingir
que es un lobo, o ponerse unas plumas en la cabeza para
hacer "el indio". Sin llegar a esfuerzos que resulten
artificiales, ante los cuales el niño recibiría una
impresión negativa, sería bueno que el padre intentara
también introducirse en su mundo de juegos. Durante
estos años intermedios, la presencia de ambos es muy
importante para el desarrollo de su hijo.
No importa que de ocho de la mañana a cinco de la tarde
el papá haya estado ensimismado en las finanzas de su
empresa o que la mamá haya tenido que defender la más
importante negociación con un proveedor de la suya. Lo
que su hijo necesita por la tarde, de siete a ocho, es
que se conviertan alternativamente en lobo, en capitán
de artillería y en cliente del puesto del mercado. Nada
más y nada menos.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |