Diana T. de Pozas
Activismo
"¡Ya llegué!... ¡ya me voy!" ¿Alguien recuerda esta
conocida frase? Se trata de esas personas que llegan
"volando" a su casa, nada más para cambiarse de ropa y
volver a salir "disparado".
El cónyuge no alcanza ni a contestarle pues los ven como
a una ráfaga que cruza varias veces al día por su casa.
Aunque este es un caso exagerado, sí sucede muchas veces
que estamos todos tan envueltos en el activismo, que
descuidamos la conversación tranquila con nuestra
pareja, y esto, tarde o temprano, afecta la unión de los
dos.
Agresividad
No hay nada que corte más la disponibilidad de una
persona para escuchar que una ofensa.
Si tenemos quejas o diferencias con nuestro cónyuge o
novio, lo mejor es buscar las palabras que tengan el
significado de lo que queremos decir pero sin ofender.
Algunas frases que podemos prohibir en el hogar son:
- Te lo dije...
- Siempre que yo... , tú...
- Nunca me...
- ¿Qué?, ¿no entiendes?
Hay veces que el enojo o el orgullo nos hacen imposible
este propósito de no ofender, pero es mucho más difícil
pedirle a una persona que nos escuche y nos entienda, si
se siente ofendida.
Aquí también cabe el otro propósito de olvidar las
fallas que se han cometido en el pasado, como quien
dice: "borrón y cuenta nueva", ya que el recordar las
ofensas es otra forma de ruido dañino.
"Adivinanzas"
Pedro y Sandra llevan cinco años de casados.
Cada año Pedro se va una semana de pesca y también cada
año Sandra se niega a ir con la excusa de que a ella no
le gusta dormir en el campo.
Este año, Pedro organizó la cacería para fin de año y
pensó que sería bueno invitar a sus hijos mayores, pero
no a Sandra.
Pedro pensó: "No le voy a preguntar ni siquiera si me
quiere acompañar, ya sé que a ella no le gusta eso de
andar acampando".
A su vez, Sandra pensó: "No puedo creer que se vaya a ir
en fin de año, que me vaya a dejar sola, sin los niños y
ni siquiera me invite".
Aquí puede surgir un conflicto que se pudo haber evitado
hablando. Se trata de un marido "adivinador". Es cierto
que muchos años de convivencia permiten a la pareja
conocerse mejor, pero aun así, en muchas ocasiones es
mejor consultar para saber a ciencia cierta los deseos o
pensamientos del otro.
Por otro lado, también es más conveniente explicar lo
mal que me hace sentir cierta decisión, o que se me
tenga "tanta consideración", que armar toda una tragedia
interiormente. No esperar que me adivinen lo que
realmente quiero si no lo digo abierta y tranquilamente.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |