El desarrollo psicomotor de un niño o la progresiva
adquisición de habilidades en el niño, es la
manifestación externa de la maduración del Sistema
Nervioso Central (SNC). Los niños sanos siguen un patrón
de desarrollo o de adquisición de habilidades que nos
permiten saber cuándo un niño va progresando
adecuadamente.
En función de como sea el desarrollo psicomotor del niño
condicionará su capacidad de relacionarse con su entorno
y afectará a su coordinación y aprendizaje.
A través del movimiento exploramos y experimentamos con
el mundo que nos rodea y así conocemos los límites de
nuestro cuerpo y nuestras capacidades. Éste conocimiento
nos proporciona autonomía y por lo tanto seguridad y
autoestima. El desarrollo psicomotor está formado por
una serie de aprendizajes que el niño realiza a través
del movimiento.
Este proceso es secuencial: las distintas
capacidades se adquieren siguiendo un orden determinado
y cada una ayuda a que se alcance la siguiente.
Progresivo: va aumentando la complejidad de las
funciones que se adquieren. Coordinado:
interactúan distintas áreas para alcanzar una
determinada habilidad.
Agarrar y arrojar objetos
La coordinación mano-objeto se perfecciona a partir del
primer año. Agarra los objetos, los manipula, es capaz
de pasarlos de una mano a otra y los deja caer. Este
gesto sólo requiere abrir su manita, pero más adelante
(hacia los 15 o 18 meses) aprenderá a arrojarlo al
suelo. Dedicará muchas horas a coordinar este movimiento
y se sorprenderá por los resultados: el ruido y la
reacción de sus padres que se lo darán otra vez.
El tacto
Durante esta etapa aprenderán también a abrir y cerrar
las puertas de los armarios, a golpear los objetos, a
manejar los interruptores, especialmente cuando son
capaces de ver las consecuencias de sus actos: si
aprietan ese botón blanco se enciende la luz y si
empujan la puerta, se abre.
También, muy pronto, serán capaces de pasar las páginas
de un libro y fijarse en los dibujos y en los colores
que allí aparezcan.
Aprender a comer solo
También en estos meses querrán comer sin ayuda. El
movimiento de la cuchara se perfecciona de forma
asombrosa y, muy pronto, podrá comer solo.
Desvestirse
Primero aprenderán a desnudarse y, muy pronto, querrán
intentar vestirse sin ayuda. Los zapatos y los
calcetines serán las primeras prendas de las que se
desprenderán con relativa soltura. Más adelante, es
bueno probar con el pijama y los pantalones.
Aprender a caminar
La mayoría de los niños comienzan a andar a partir de
los 12 meses. Se trata, sin duda, del logro más esperado
por nuestra parte y por la suya. Aunque sea un motivo de
preocupación para los padres, que un niño comience a
andar antes no significa que sea más inteligente que
otro que lo ha hecho más tarde.
La independencia que les da moverse solos tiene
repercusiones muy positivas en su desarrollo, pero para
que nada entorpezca sus progresos, debemos reforzar las
medidas de seguridad en el hogar. No hay que olvidar que
los accidentes en el hogar son la primera causa de
mortalidad infantil en los países desarrollados.
Nunca debemos forzarle en su desarrollo. Comenzará a
andar cuando se sienta seguro. Los padres debemos de
estar a su lado ofreciéndoles seguridad, sin
sobreprotegerles, pero tampoco exigiéndoles.
Lo primero que hará será ponerse de pie apoyándose en
algo. Los parques son muy adecuados para este periodo.
Se levantará sin peligro alguno y, más adelante,
comenzará a dar sus primeros pasitos con desplazamientos
laterales sin soltarse del borde. Una vez que sea capaz
de recorrer el espacio protegido, habrá llegado el
momento de dejarle en espacios más abiertos.
Para ayudarle, es bueno llenar el salón o su habitación
de cosas en las que se pueda apoyar mientras realiza su
recorrido: un sillón, una butaca, una mesa baja... Se
caerá muchas veces, y se volverá a levantar para
intentarlo otra vez. En estos casos no debemos
asustarnos y gritar o llamarles sobresaltados. Si él nos
ve tranquilos, se asegurará en su proceso.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |