Las relaciones de pareja suelen comenzar como historias
maravillosas en las que todo parece ser color de rosa,
pero con el tiempo la rutina y las pequeñas dificultades
diarias pueden deteriorar esa unión si no se las maneja
adecuadamente.
En general cuando conocemos a alguien por quien nos
sentimos atraídos ponemos en juego todo nuestro abanico
de técnicas de seducción, orientando nuestros
comportamientos a conquistar el corazón de la persona
elegida. Si lo logramos, comienza entonces una relación
de pareja en la cual durante el primer tiempo cuidamos
cada detalle y revivimos mentalmente una y otra vez los
momentos agradables vividos junto a esa persona. Esto
potencia la relación, la nutre y aumenta nuestros deseos
de compartir nuestro tiempo con la persona en cuestión.
Al principio, cuando algo nos molesta, solemos dejarlo
pasar, preferimos concentrarnos en los recuerdos gratos,
pero llega un momento en que la suma de pequeños
problemas y desencuentros traen consigo consecuencias
que en ocasiones pueden resultar nefastas.
Suele ocurrir entonces que lentamente pasamos de revivir
los momentos agradables para rememorar las dificultades.
Es muy útil en estos casos revisar nuestros recuerdos
para rescatar intencionalmente aquellos instantes
placenteros en que nuestro corazón se aceleró
marcadamente sólo con un beso, o algún gesto de amor nos
estremeció al punto de dejarnos atónitos. Esa es la
estrategia que usan quienes viven enamorados, se
concentra casi constantemente en los buenos momentos
vividos junto a la persona amada.
Esta forma de proceder, si bien puede ser muy efectiva,
entraña un riesgo, y es que nuevamente aparecerán las
dificultades, ya que estas forman parte de la vida
misma, y habrá que resolverlas de modo que no afecten a
la pareja o lo hagan en el menor grado posible, para
esto puede ser de gran utilidad reflexionar sobre
algunos puntos.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |