Dr. Salvador Cárdenas
El sexo no puede ser la base y el fundamento del matrimonio, por supuesto, sino el amor verdadero, que busca siempre el bien del prójimo; esa es la base del éxito matrimonial, siempre. El amor, la paciencia, la benignidad y el servicio en la pareja son el verdadero amor y el fundamento del matrimonio y de las relaciones con otras personas.
Pero, aunque el sexo no es el fundamento, si juega un papel importantísimo dentro del matrimonio. Lamentablemente, las estadísticas nos indican que más del 30% de los matrimonios llevan una vida sexual insatisfactoria. Esto es alarmante, porque pone en riesgo la estabilidad de éste.
¿Por qué? Porque el sexo tiene un papel muy importante para la estabilidad del matrimonio y para la relación de pareja. Algo erróneo es que, a pesar de esa insatisfacción, son pocas las parejas que buscan ayuda. Simplemente suponen que así es la vida en el matrimonio.
Esto es un error. Hay que entender que el sexo, llevado a cabo adecuadamente y dentro del matrimonio, tiene grandes beneficios que ayudan a la estabilidad de la pareja. Una buena vida sexual puede ayudar mucho a la comunión entre esposos, por lo tanto, no menospreciemos el papel del sexo en el matrimonio.
El sexo dentro del matrimonio es una forma íntima de comunicación entre el hombre y la mujer, que les provee algunas cuestiones indispensables para una buena relación. En primer lugar, una buena relación sexual entre los esposos provoca que haya plena satisfacción en la pareja. Esto es necesario para no andar buscando fuera del matrimonio lo que adentro debe tenerse.
El sexo adecuado y satisfactorio ayuda a unir más fuertemente a la pareja en todos los sentidos y conduce a satisfacer una necesidad básica en ambos cónyuges, guardándose así de caer en el adulterio, que es un cáncer mortal para la estabilidad de la pareja y de la familia. Una buena forma de evitar el adulterio es la satisfacción sexual dentro del matrimonio.
La importancia de la satisfacción sexual
Todos tenemos esos deseos sexuales desde la adolescencia, cuando el cuerpo cambia y ciertos caracteres del hombre y de la mujer empiezan a manifestarse. No es la adolescencia o la juventud el momento adecuado para satisfacer esos impulsos, sino el matrimonio, cuando ya hay un compromiso entre el hombre y la mujer. Ese es el momento adecuado para satisfacer los deseos sexuales.
Cuando esos impulsos no son satisfechos exponen a la persona a buscar fuera del matrimonio lo que debe encontrarse dentro del mismo, que es la satisfacción sexual. Los momentos íntimos en una pareja no deben acabarse, pues éstos fortalecen la relación, haciéndola más armoniosa, satisfactoria y duradera.
Está demostrado que una pareja que sabe satisfacer la necesidad sexual mutua, produce estabilidad en el matrimonio y protege, en muchos sentidos, contra la posibilidad del adulterio.
En una ocasión, un matrimonio me contaba su situación, la cual quiero comentar porque es algo que se presenta frecuentemente en las parejas. Era una pareja joven, en la que la mujer no tenía mucho interés en lo sexual y le restaba importancia. El joven marido se angustiaba al ver esa actitud en su esposa, se frustraba y lo llevaba a cuestionarse a sí mismo.
Al platicar con ella le hice ver que el no colaborar para satisfacer mutuamente esa necesidad puede condicionar graves problemas en el matrimonio. Gracias a Dios, ella entendió que el sexo le da estabilidad a la vida en pareja. Con el tiempo, empezó a haber mayor sensibilidad hacia las necesidades del otro y las cosas se dieron bien. Esta pareja hoy es un matrimonio estable y la satisfacción sexual les ha ayudado a tener una buena relación matrimonial.
Este tipo de situaciones se dan muy frecuentemente en el matrimonio; sin embargo, no deben suceder, esto debe abordarse como pareja y debe buscarse ayuda para salir adelante.
Dios no se equivoca, él nos creó con esos deseos sexuales, que traen cosas muy buenas, tales como el placer, la satisfacción, la unión y la estabilidad, que se dan cuando hay una buena relación sexual.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |