¿Qué es el lenguaje?
El lenguaje es el primer sistema de señales que emplea
el bebé para relacionarse con su medio y para aprender
de lo que le rodea. Desde la más temprana edad, el niño
aprende a
identificar
los sonidos y su significado, e incluso a distinguir el
tono con el que se le habla. Hacia los nueve meses, el
bebé sabe si sus padres están enfadados o si le tratan
con afecto y cariño.
El aprendizaje del lenguaje es un paso previo e
indispensable para el aprendizaje de la lectoescritura y
supone la forma de tomar conciencia de todo lo que se
aprende del entorno en el que se vive. Además del
lenguaje, también se usa otros mecanismos para
manifestarse que le permiten ponerse en contacto con los
demás: los gestos, las miradas, la expresión del
rostro... Estos elementos ponen de manifiesto actitudes,
sentimientos, predisposiciones y motivaciones que
permiten una comunicación interpersonal trascendente.
Lenguajes verbal y gestual
Desde los primeros momentos de la vida, el bebé capta la
intensidad del afecto, aprecia si se le aguanta o se le
abraza; valora el tono afectivo de la mirada del adulto
cuando le acerca un juguete. También ocurre esto entre
las personas adultas y entre los miembros de una
familia. El lenguaje es social, y está limitado por los
conocimientos de cada uno. Los símbolos son personales,
inagotables. La posibilidad de combinar ambos lenguajes
(verbal y gestual) implica comunicación.
La importancia de los gestos en la
infancia
Antes de hablar, los más pequeños se comunican a través
de los gestos. Cuanto más inteligibles resulten estos
gestos, mayor será la facilidad para obtener riqueza
verbal y, en consecuencia, el niño tendrá menos
problemas en el momento de iniciar su escolarización. El
papel de los padres para que sus hijos adquieran
destreza no verbal con el fin de comunicarse es
esencial.
Los niños que se comunican mediante gestos comprensibles
cuando tienen poco más de un año tienen, a los cuatro
años y medio, un vocabulario más rico que el de aquellos
sin tanto abanico gestual, concluye un estudio reciente
de la Universidad de Chicago (EE.UU.) publicado en "Science".
Esta posterior riqueza verbal facilita, en consecuencia,
la mejor preparación de los niños para la escuela. En
estudios anteriores ya se había constatado que un buen
vocabulario es un predictor clave en el éxito escolar.
Más gestos, más palabras
La conexión entre gesto y palabra podría ser más directa
en el momento en el que los gestos permiten a los niños
usar sus manos para expresar significados cuando aún
tienen dificultades para formar palabras. En el año
1982, las psicólogas Linda Acredolo y Susan Goodwyn ya
habían descubierto que los bebés usan de forma
espontánea gestos simples para representar palabras que
aún no son capaces de decir. Por ejemplo, pueden
olfatear para referirse a una "flor", jadear para
mostrar un "perro" o agitar sus brazos para indicar
"pájaro".
Desarrollo paralelo
Estos gestos permiten a los niños establecer un puente
de comunicación con su entorno hasta la aparición del
habla. Gestos y lenguaje, asimismo, se desarrollan de
forma paralela. Sin embargo, desde los primeros meses de
vida, los niños utilizan el lenguaje no verbal (etapa "prelingüística")
para manifestar sus necesidades, expresar sus
sensaciones y sentimientos, así como para vincularse con
otras personas y el mundo que les rodea.
El tipo de gestos más ampliamente aceptados que se
adquieren de forma espontánea durante los primeros 9 y
12 meses de vida son los llamados gestos deícticos, que
son los que hacen referencia a apuntar, mostrar,
ofrecer, dar y realizar peticiones en forma de ritual.
Jean Piaget, psicólogo evolutivo suizo, afirmaba ya en
1965 que hacia los diez meses de edad aparecían los
"gestos de ejecución", referidos a acciones como
observar insistentemente un objeto para indicar que se
requiere, dirigir la atención del adulto hacia un objeto
dándoselo o apuntar objetos para demostrar interés o
necesidad. Hay otros muchos nombres para definir estos
tipos de gestos, pero todos se reducen a acciones
imperativas como pedir y mostrar, dar alguna cosa o
apuntar.
Según varios estudios, estos gestos intencionales
tempranos constituyen un importante paso en el
desarrollo simbólico y facilitan el camino al
aprendizaje del lenguaje verbal.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |