Miguel Carmena Laredo
No hay que olvidar una cosa: en este campo competimos
precisamente con los medios de comunicación, expertos en
este
arte. Decíamos al principio que muchas veces son
verdaderos factores de distorsión en la educación de los
hijos. Por eso tenemos que esmerarnos en la
comunicación; estamos compitiendo con profesionales de
las grandes ligas para vender, seguramente, un mensaje
distinto.
Jerarquía de valores
Cuántas veces oímos a padres de familia que motivan a
sus hijos para que estudien diciéndoles cosas como:
estudia para que puedas ganar dinero o haz esto bien y
te doy diez pesos. Uno pensaría que es un gran padre de
familia porque da
rectos
incentivos a su hijo, sin embargo, hay una deformación,
estamos dándole una jerarquía de valores errónea. Le
estamos diciendo que haga todas las cosas buenas para
ganar dinero. Los valores y acciones buenas se vuelven
medios útiles y no fines.
Le colocamos el valor del dinero por encima de todo y
esto, en la edad en que ellos forman su jerarquía de
valores, es prepararlos para luchar en la vida teniendo
al dinero sobre lo demás. Y sabemos que por ahí no
encontrarán, precisamente, la felicidad, ni formaremos
una sociedad donde reine la honradez. Es un ejemplo que,
precisamente por ser ejemplo, resulta un poco exagerado,
pero hay un fondo de
verdad:
en los adolescentes hay que ser muy cuidadosos para
formar en ellos una recta jerarquía de valores
(generosidad, lealtad, fidelidad, amor) y destacar su
importancia y darles así profundos criterios que les van
a servir para evaluar la realidad, para construir su
vida y su familia con serenidad y felicidad, con
honradez.
Con la cabeza, no con el hígado
Una vez vino a verme un matrimonio que estaba muy
preocupado por la educación de su hijo. Los dos
empezaron a descubrir echándose mutuamente la culpa de
los problemas que padecía su hijo. Él decía: es que tú
le consientes todo. Ella respondió: es que tú educas a
tu hijo con el hígado. Lo que aquella señora quería
decir es que su marido siempre trataba a su hijo con
enfado, le corregía con malos modos y el
único
diálogo que mantenía con él era a través de los gritos.
No se crean que es un caso raro, desgraciadamente hay
muchos padres y madres de familia que educan a su hijo
con el
hígado porque han perdido ya la batalla y piensan que
esta es la única forma de imponerse. Nada más lejos de
la realidad. El corregir o reprender en momentos de
enojo es contraproducente y sólo produce rebeldía y
cerrazón en los adolescentes.
Simplemente es el método más eficaz para que no te hagan
caso y pierdas todo el ascendiente sobre él. En México
se dice con mucha sabiduría: el que se enoja, pierde.
Estar enojado puede ser normal, pero afrontar en esos
momentos a tu hijo y querer educarlo es inadecuado. En
los
momentos
de enojo hay que saber esperar, pero siempre es más sano
no enojarse. Este punto puede parecer superficial, pero
es la mayor queja que presentan los adolescentes hacia
sus padres.
Lic. Rosa Elena Ponce V. |