Manual de
Funcionamiento del Matrimonio. Corporación CED.
Las palabras tienen un alcance inimaginable. Al igual de
la gran
capacidad
para transmitir amor, las palabras pueden llegar a hacer
mucho daño, aún cuando esa no es la intención.
Cuando uno le dice al ser amado: “Te quiero, pero...”,
estamos poniendo
una limitación, ya que sus palabras implican: “No te
querré a menos que te dispongas a hacer lo que yo digo”.
Es diferente si decimos: “Te quiero, y preferiría
que...”, de esta
manera
comunicamos un amor incondicional, además de la petición
de que la otra persona reconozca nuestras necesidades y
preferencias.
La palabrita “pero”
Usada de forma automática, en especial en el matrimonio,
este “pero” puede ser encubiertamente destructivo. Al
usar la fórmula: “Te quiero, pero...”, se está
invalidando su
amor.
De modo similar, al decir a nuestra pareja: “Es verdad,
pero...” lo que esto implica, es que la vivencia o los
sentimientos de la otra persona no son válidos o no
vienen al caso. La palabra “pero” ha negado todo lo que
nuestro cónyuge podría haber dicho.
Piense cómo se siente si su cónyuge le dice “estoy de
acuerdo contigo, pero” o “te quiero, pero”. Con sólo
sustituir la palabra por “y” se crea una experiencia
comunicativa
totalmente
diferente. Por ejemplo, si uno dice: “Es verdad, y
déjame compartir contigo mi vivencia de lo que sucedió”,
o “Es muy válido lo que me dices, y fíjate ahora cómo
viví yo la misma situación”. La palabra “pero” crea
desacuerdo y resistencia, la palabra “y” introduce el
acuerdo y aporta intimidad a la comunicación.
También influye el cómo se dice
No se trata sólo de lo que uno dice, sino de cómo lo
dice. Se le pueden poner límites al esposo(a) cuando
mantiene una
actitud
de amor y de sensibilidad ante sus necesidades. Pero
cuando se toma una actitud defensiva o se hacen las
veces de juez, no hay diálogo posible, ni sirve de nada
decir “y” en vez de “pero” para llegar a una solución
satisfactoria para ambos esposos.
Dicho de otra manera, nada de lo que aquí se recomienda
es
simple
cuestión de forma: ¡Hay que tomarse bien a pecho la
diferencia fundamental que existe entre decirle al
cónyuge: “Te quiero, y...” o “Te quiero, pero...”!
“Pero te quiero”
Así como los efectos de “te quiero, pero” son negativos,
lo mismo sucede con “pero te quiero”. Esta protesta, que
tan
comúnmente
se oye, está señalando que aunque pueda sentir mucho
amor no lo está expresando con vehemencia, y por lo
tanto, la pareja no se lo creerá.
Casi todos tendemos a amar a nuestra pareja de la manera
que deseamos que nos amen. Una clave para que la unión
dure toda la
vida
es dejar de insistir con aquello de “pero yo te quiero”
y tratar de descubrir cómo nuestro cónyuge recibe la
expresión de ese amor.
Continuará
Lic. Rosa Elena Ponce V. |