Alfonso Aguiló
¿Cómo es que usted sonríe siempre, cómo se las arregla
para
estar
siempre contenta?, preguntaron no hace mucho a una mujer
famosa bastante sensata.
Explicó
que
ella también tenía, como todo el mundo, sus momentos de
tristeza, de cansancio, de inquietud, de malestar.
"Pero conozco el remedio, aunque no siempre sepa
utilizarlo: salir de mí
misma, interesarme por los demás, comprender que quienes
nos rodean tienen derecho a vernos alegres.
"Pienso que cuando sonrío y me muestro alegre, al
hacerlo,
comunico
felicidad a los demás, aunque yo a lo mejor lo esté
pasando mal. Y, al darla a los demás, me sucede –como de
rebote – que crece también en mi interior.”
"Creo que quien renuncia a estar siempre pendiente de su
propia felicidad y se dedica a procurar la de los demás,
se encuentra casi sin darse cuenta con la propia. Por
eso, las personas
que
se esfuerzan por sonreír aunque no tengan ganas, acaban
por tener ganas de sonreír.”
— ¿Y eso no son ganas
de
engañarse a uno mismo tontamente? Para sonreír debes
encontrarte alegre. Si no lo estás, sería algo
antinatural.
“El buen
humor
es una victoria sobre el propio miedo y la propia
debilidad. La gente malhumorada suele esconder su
inseguridad o su angustia detrás de un modo brusco y
distante, y con el tiempo eso acaba haciéndose habitual
y se convierte en un rasgo de su carácter. Cuando eso
sucede, se hace más difícil que el buen humor salga de
modo natural, pero eso es así porque esa persona ha
alterado lo que debe ser connatural al hombre. Estará
sumida en un círculo vicioso del que debe procurar
salir, con un poco de esfuerzo. Y eso no es antinatural,
sino todo lo contrario: es lo que reclama la
naturaleza.”
— Pero habla de
los efectos de miedos y debilidades, y miedos y
debilidades tenemos todos los hombres...
“Precisamente por eso, la diferencia entre unos y otros
está en el
modo
de afrontarlos. Lo sensato es hacerlo con un poco de
buen humor, riéndose un poco de uno mismo si es
necesario. Todo lo que se hace sonriendo siempre nos
ayuda a ser más humanos, a moderar nuestras tendencias
agresivas, a ser más capaces de comprender a los demás e
incluso a nosotros mismos. Es una gran suerte tener
alrededor personas que saben sonreír. Y la sonrisa es
algo que cada uno tiene que construir pacientemente en
su vida.”
— ¿Construir?
¿Con qué?
“Con equilibrio interior, aceptando la realidad de la
vida, queriendo a los
demás, saliendo de uno mismo, esforzándose en sonreír
aunque no tengas muchas ganas; ya lo hemos dicho antes.
Es algo que hay que practicar con constancia.”
— Pero no se puede tomar todo en la vida en plan
gracioso. Hay
muchas
cosas que no tienen ninguna gracia...
“Pero aunque no tengan ninguna gracia, siempre se puede
sacar de
ellas
alguna enseñanza, algún bien, aunque a veces sea difícil
encontrarlo, o tardemos años en comprenderlo. No me
refería a tomarse las cosas siempre a broma, aunque en
algunas veces sí puede ser útil desarrollar la capacidad
de aplicar el buen humor para quitarle carga trágica a
las contrariedades.”
Lic. Rosa Elena Ponce V. |